Conoce los trucos necesarios para que su cultivo sea un éxito en este artículo. ¡No te lo pierdas!
El clematis es una planta trepadora nativa de Europa meridional y Asia, pero debido a su gran valor ornamental se ha extendido su cultivo a diferentes partes del mundo.
Su nombre en botánica es Clematis vitalba L, pero quizás la conozcas por alguno de sus nombres comunes: vidalba, muermera, vidarra, vigaroza, hierba de los pordioseros, vigarza, sogaza, clemàtide, herba de llagues, manxiuela, ridorta, autina, ayen, metu, ayenbedarr, ezkerraihen, burukagei, omiña, cipó-do-reino, vide-branca o alegría de los viajeros.
Existen diversas variedades de clematis, las cuales se distinguen principalmente por el colorido y tamaño de sus flores y porque algunas de ellas, pierden sus hojas durante el invierno.
Es una planta que te será muy útil ya que vas a poder emplearla para cubrir pérgolas, decorar muros y vallas, formar cercos o simplemente dar un toque de color a un rincón del jardín. Además, no necesita grandes cuidados ni mantenimiento.
Una característica no menos importante, es que además de su valor ornamental, el clematis posee propiedades medicinales que la convierten en un remedio floral muy utilizado para tratar ciertas dolencias.
¿No puedes esperar más tiempo y quieres comenzar cuanto antes a cultivar el clemátis? Toma nota de los siguientes consejos.
Como decía al comienzo, si bien no es una de sus características principales, el clematis posee grandes atributos medicinales. ¿Quieres conocerlos? Fíjate en la siguiente lista.
Desde la antigüedad se ha utilizado el clematis en homeopatía, en forma de tintura elaborada con sus tallos y hojas frescas para tratar erupciones cutáneas, inflamaciones de ganglios, gonorrea, e inflamaciones de los testículos. Su uso externo también es bastante conocido, utilizándose como emplasto para disminuir las asperezas del cuerpo.
Su consumo oral puede provocar en algunas personas diarrea y daño renal y está contraindicado en caso de embarazo o durante la lactancia.