Cultivo de lavanda

La planta de lavanda, conocida también como lavándula, se desarrolla de excelente forma en lugares que presenten climas templados, en donde las temperaturas mínimas no desciendan mucho por debajo de los 0 grados Celsius y las temperaturas máximas sean moderadas.

La lavanda, cuyo nombre científico es Lavandula officinalis, necesita de abundante luminosidad durante la temporada estival. Además es muy conveniente para su desarrollo la presencia de lluvias moderadas durante la primavera. Si no existen precipitaciones en esta época, será necesario brindarle un riego constante.

Esta planta se desarrolla habitualmente en lugares que presentan condiciones secas, sin mucha agua. Debido a esto, un riego abundante en la etapa de primavera le resulta provechoso, ya que crece con mayor fuerza y velocidad.

La lavanda requiere de suelos ligeros, lo que significa que se encuentren poco compactados. Debido a que es una especie que se desarrolla en condiciones secas, no se desarrolla muy bien en lugares donde los suelos sean excesivamente húmedos.

La multiplicación de esta especie puede realizarse por semillas o esquejes. Si se realiza por semillas se aconseja sembrarlas durante los últimos días del invierno.  Los esquejes, sin embargo, deben transplantarse durante los primeros días del otoño, las ramitas deben tener unos 20 centímetros de largo para que resistan de buena forma el transplante.

La cosecha de las hojas o de las flores de la lavanda se debe realizar preferentemente durante toda la primavera y las primeras semanas del verano.