La germinación de la semilla de alfalfa se da a temperaturas bajas, del orden de los 3 – 4 grados Celsius, por lo cual su fecha ideal para ser sembrada es a final del otoño o principios del invierno.
Debido al gran crecimiento del sistema radicular que presenta la planta de alfalfa, es necesario realizar su cultivo en suelos muy profundos (sobre 1 metro) y que presenten un buen sistema de drenaje. El método ideal de siembra a gran escala es mediante la técnica del voleo, si se realiza en un huerto de pequeña escala lo ideal es sembrar cada semilla a unos 3 centímetros de profundidad del suelo, y separar cada planta por unos 15 centímetros de distancia.
Esta planta, al igual que todas las pertenecientes a la familia de las leguminosas cumple una función muy importante dentro de una huerta, ya que posee una capacidad para fijar nitrógeno atmosférico al suelo, lo cual genera un mantenimiento de la fertilidad del suelo.