Si bien puede resultar algo complicado incorporar esta hierba llamada cilantro en tu dieta si no estás acostumbrado a su sabor algo fuerte, puedes hacerlo poco a poco ya que sus propiedades son únicas. Todas sus partes son aprovechables, puedes consumir sus hojas, semillas, tallos y sus frutos.
El cilantro es antiespasmódico, promueve la digestión, tiene propiedades carminativas, depurativas y antibióticas, además estimula el apetito. Lo mejor de todo es que su cultivo es muy fácil y es ideal para novatos de la jardinería y huerta.
Antes de plantar es necesario que prepares las semillas para aumentar las posibilidad de que germinen. Ponlas en remojo entre 24 y 48 horas, retira al agua y deja secar.
Puedes plantar las semillas directamente en el suelo donde van a crecer, comenzar por una maceta y trasplantar o, si no tienes un jardín con tierra, puedes tener tu hierba en una maceta. Pon las semillas en el suelo y cubre con una capa de medio centímetro de tierra. Si quieres trasplantar debes esperar que la planta tenga al menos 10 centímetros de alto. Cava hoyos de dos centímetros de profundidad, lo necesario para cubrir las raíces.
Si bien no es una planta demasiado exigente, prefiere los climas cálidos, aunque no soporta el calor extremo y mucho menos las heladas. Lo ideal es cultivarlo en primavera. El suelo debe ser ligero y tener un buen drenado.
Aunque le proveas las condiciones ideales, es una hierba de vida corta. Aprovecha sus hojas para consumir, regalar o preparar algunos remedios naturales y renueva la plantación cada seis semanas para tener siempre cilantro en tu jardín. No cortes más de un tercio de las hojas de cada planta, ya que podrías debilitarla.
Una vez que el cilantro florece dejará de dar hojas comestibles, generalmente se prefiere cortar las flores, con la esperanza de que sigan saliendo nuevas hojas. Pero no hay nada mejor que lo natural, puedes dejar las flores, que darán semillas y más cilantro la próxima temporada.
